Corriente Independiente de La Laguna

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Acción correcta


La comprensión es la clave de los principios y las actitudes correctas, y la acción correcta es la clave del buen vivir.

DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 131

Llegó un momento en mi programa de recuperación en que la tercera línea de la Oración de la Serenidad – «la sabiduría para reconocer la diferencia» – quedó impresa indeleblemente en mi mente. Desde aquel momento, tenía que enfrentarme con esta conciencia de que todas mis acciones, todas mis palabras y todos mis pensamientos estaban dentro o fuera de los principios del programa. Ya no podía ampararme en las racionalizaciones ni en la locura de mi enfermedad. La única línea de acción que tenía abierta, si iba a llegar a una vida feliz para mí mismo (y para mis seres queridos) era la de obligarme a mí mismo a hacer un esfuerzo para comprometerme y ser disciplinado y responsable.

 

¿Esperanza o exigencia?


Graba en la conciencia de cada individuo el hecho de que se puede poner bien a pesar de cualquier otra persona. La única condición es que confíe en Dios, y haga una limpieza de su interior.

ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 91

En nuestras reuniones a menudo tratamos del tema de las esperanzas. No tiene nada de malo esperar progresos de mí mismo, buenas cosas de la vida o buen trato por parte de otra gente. Lo malo está en dejar que mis esperanzas se conviertan en exigencias. No lograré ser lo que quiero ser, y las situaciones se desarrollarán de tal manera que no me complacerán, porque la gente de vez en cuando me fallará. La única pregunta es: «¿Qué voy a hacer al respecto?» ¿Sumirme en la ira o en la lástima de mí mismo? ¿Vengarme y hacer que la situación vaya de mal en peor? O, ¿confiaré en el poder de Dios para traerme bendiciones a los líos en los que me encuentre? ¿Le preguntaré a qué debo dedicarme a aprender? ¿Sigo haciendo las debidas cosas que yo sé hacer, sea lo que sea? ¿Me tomo la molestia de compartir mi fe y mis bendiciones con otras personas?

 

Ni el más brillante cerebro…


Al hombre o mujer intelectualmente autosuficientes, muchos A.A. les pueden decir: «Sí, nosotros éramos como ustedes – demasiado listos para nuestro propio bien . . . Seguramente creíamos que podíamos flotar por encima de los demás sólo por medio del poder de la inteligencia».

COMO LO VE BILL, p. 60

Ni el más brillante cerebro puede defendernos contra la enfermedad del alcoholismo. No puedo lograr mi sobriedad con el solo poder de mi pensamiento. Trato de tener presente que la inteligencia es un atributo dado por Dios que puedo aprovechar – una felicidad, como tener dotes para el baile o el dibujo o la carpintería. No hace que yo sea mejor que otra persona, y no es un instrumento de recuperación en que se pueda confiar mucho, porque es un poder superior a mí mismo el que me devolverá el sano juicio – y no un alto cociente de inteligencia ni un título de la universidad.

 

Solo el paso uno


Solamente el Paso Uno, donde hicimos una total admisión de que éramos impotentes ante el alcohol, se puede practicar con absoluta perfección.

DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 72

Mucho antes de que yo lograra la sobriedad en A.A., sabía sin duda alguna que el alcohol me estaba matando; sin embargo, aun con este conocimiento, yo era incapaz de dejar de beber. Así que, cuando me enfrenté al Paso Uno, me resultó fácil admitir que no tenía la capacidad para no tomar. ¿Pero era mi vida ingobernable? ¡Qué va! Cinco meses después de llegar a A.A., estaba bebiendo otra vez y me preguntaba por qué.

Más tarde, de regreso en A.A. y doliéndome todavía de mis heridas, llegué a darme cuenta que el Paso Uno es el único Paso que se puede dar al cien por ciento. Y la única manera de darlo completamente es darlo completo. Desde entonces, ya han pasado muchas veinticuatro horas y no he tenido que volver a dar el Primer Paso.

¿Dónde es la fiesta?


La mayoría de nosotros tenemos recuerdos tempranos de fiestas de cumpleaños –nuestras y de otros niños- y, como tragones, quizá recordamos la comida más que todo lo demás. Por lo que podemos recordar, las fiestas han significado comida y bebida. Entre mejor y más abundantes eran la comida y la bebida, más buena era la fiesta; o así pensábamos.

Guardar la abstinencia significa que asistiremos a fiestas en las que no comeremos ni beberemos, si lo que se sirva no está de acuerdo con nuestro plan de alimentación. Para poder hacer esto con alegría y serenidad, necesitamos redefinir nuestra idea de lo que es una fiesta. Ésta no es una celebración si rompemos nuestra abstinencia y volvemos a tragar.

A través de este programa, llegamos a comprender que una fiesta es algo más que una ocasión para comer y beber. Para disfrutar junto con otras personas es necesario que nos tengamos buena voluntad, que haya una atracción mutua y que exista el esfuerzo de comunicarse unos con otros y de afirmarse entre sí. Si estos elementos están presentes, habrá fiesta, aunque no haya nada de comer ni de beber. Si estos elementos están ausentes, ninguna cantidad de comida ni bebida nos asegurará que la pasemos bien.

Gracias a mi Poder Superior, por la diversión.

El punto del cambio


Las medidas parciales no nos sirvieron para nada. Estábamos en el punto de cambio. Entregándonos totalmente, le pedimos a Dios su protección y cuidado.

ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p, 59

Todos los días yo me encuentro en momentos decisivos. Mis pensamientos y mis acciones pueden impulsarme hacia el desarrollo o encaminarme a las viejas costumbres y a la bebida. Algunas veces los momentos decisivos son comienzos, como cuando empiezo a encomiar, en lugar de criticar a alguien. O cuando empiezo a pedir ayuda en lugar de intentarlo solo. Otras veces los momentos decisivos son finales, tales como cuando veo claramente la necesidad de dejar de alimentar resentimientos o el egoísmo. Muchos defectos me tientan diariamente; por esto yo tengo también oportunidades diarias para darme cuenta de ellos. De una u otra manera, muchos de mis defectos de carácter aparecen diariamente: la auto-condena, la ira, la evasión, la soberbia, el deseo de desquitarme y la grandiosidad.

Intentar medidas parciales para eliminar estos defectos solamente paralizan mis esfuerzos para cambiar. Solamente cuando le pido ayuda a Dios, con total entrega, llego a tener la voluntad y la capacidad para cambiar.

Aceptar, rendirse


La característica del llamado alcohólico típico es un sentimiento egocéntrico narcisista, dominado por sensaciones de omnipotencia, que intenta mantener a toda costa su integridad interior . . . Interiormente el alcohólico no acepta ser controlado por el hombre o por Dios. El, el alcohólico, es y debe ser el dueño de su propio destino. Luchará hasta el final por preservar esa posición.

A.A. LLEGA A SU MAYORÍA DE EDAD, p. 306

El gran misterio es: «¿Por qué algunos de nosotros morimos de muerte alcohólica, luchando por conservar la ‘independencia’ de nuestro ego, mientras otros parecen lograr la sobriedad en A.A. sin ningún esfuerzo?». La ayuda de un Poder Superior, el regalo de la sobriedad, me llegó cuando un inexplicable deseo de dejar de beber coincidió con mi disposición de aceptar sugerencias de hombres y mujeres de A.A. Yo tuve que rendirme porque sólo podía ser rescatado pidiendo la ayuda de Dios y de mis compañeros.

 

Unidad


La unidad de Alcohólicos Anónimos es la cualidad más preciada que tiene nuestra Sociedad . . . Nos mantenemos unidos o A.A. muere.

DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 135

Nuestras Tradiciones son los elementos clave en el proceso de desinflar el ego necesario para lograr y mantener la sobriedad de Alcohólicos Anónimos. La Primera Tradición me recuerda que no debo atribuirme el mérito ni la autoridad por mi recuperación. El anteponer a todo nuestro bienestar común me recuerda no convertirme en un curandero en este programa; yo soy todavía uno de los pacientes. Modestos veteranos construyeron la sala de hospital. Sin ella, yo dudo que estuviera vivo. Sin el grupo, pocos alcohólicos se recuperarían.

Mi participación activa en una renovada entrega de la voluntad me hace posible alejarme de la necesidad de dominar y del deseo de reconocimiento, los cuales desempañaron un papel muy significativo en mi alcoholismo activo. Supeditar mis deseos personales al desarrollo del grupo contribuye a la unidad de A.A. que es crucial para toda recuperación. Contribuye a que tenga presente que el total es mayor que la suma de sus partes.

 

Empezar a creer…


«. . . el Paso Dos empezó gradual y suavemente a infiltrarse en mi vida. NO sabría decirte en qué día o en qué momento empecé a creer en un Poder superior a mí mismo, pero puedo afirmarte que ahora si tengo esa creencia».

DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 29

«¡Llegué a creer!» Yo hablaba de mi creencia cuando me daba la gana o cuando pensaba que quedaría bien. No confiaba realmente en Dios. No creía que El se preocupara por mí. Seguía tratando de cambiar las cosas que no podía cambiar. Gradualmente, con desgana, empecé a entregárselo todo, diciendo: «Tú que eres tan omnipotente, hazte cargo de ello». Y El lo hizo. Empecé a obtener soluciones a mis problemas más difíciles, algunas veces en el momento más inesperado: manejando al trabajo, mientras estaba almorzando, o cuando estaba profundamente dormido. Me di cuenta de que yo no había pensado en aquellas soluciones – un Poder más grande que yo me las había dado. Llegué a creer.

A ponerle acción


Hay acción y más acción. «La fe sin obras es fe muerta» . . . Ser servicial es nuestro único propósito.

ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 82-83

Ya sé que el servicio es una parte vital de la recuperación, pero frecuentemente me pregunto, «¿qué puedo hacer yo?» ¡Simplemente empezar con lo que tengo hoy! Miro a mi alrededor para ver dónde hay una necesidad. ¿Están llenos los ceniceros? ¿Tengo yo pies y manos para vaciarlos y limpiarlos? ¡De repente me veo participando! El mejor orador puede hacer el peor café; el miembro que es mejor con los recién llegados puede que no sepa leer; el que esté deseoso de hacer la limpieza puede que haga un desbarajuste con la cuenta del banco – sin embargo, cada una de estas personas y de estos oficios son esenciales para un grupo activo. El milagro del servicio es éste: Cuando yo uso lo que tengo, me encuentro provisto de más de lo que nunca hubiera podido sospechar.

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