Corriente Independiente de La Laguna


 

Hoy la abstinencia es la cosa más importante en mi vida sin excepción. No siempre lo fue. He mantenido una pérdida de 35 kilos desde que llegué a mi grupo hace tres años y medio, en vez de altibajos en mi abstinencia. Hace poco me he visto amenazada por mi adicción a la comida, sobre todo a los dulces. Ahora sé que no importa qué ocurra, el día de hoy será un éxito si me mantengo abstinente.

Puedo decir esto porque me he dado cuenta ahora más que nunca de que sólo cuando estoy abstinente y libre de mi abrumadora obsesión por la comida, soy capaz de ver las cosas que me pasan con perspectiva.

Cuando mi punto de vista se basa en la comida, la percepción de todo lo demás se altera. Solía extrañarme cuando estuchaba a la gente decir que la abstinencia era la cosa más importante en sus vidas. ¿Más importante que Dios? Pensaba que eso era una blasfemia. Ahora, me he dado cuenta de que si no estoy abstinente, no puedo poner a Dios en primer lugar. Cuando como compulsivamente, la comida se convierte en mi Dios. Cuando estoy abstinente, pongo mi confianza en Dios y estoy libre para vivir la vida plena que Dios tiene pensada para mí.

Algunas veces, como no, olvido por qué es tan importante que me abstenga de los dulces y de darme atracones. He pasado los últimos tres años y medio, desde que estoy en CCA, experimentando con distintos planes de comida para averiguar cuál era el idóneo para mí y poder así definir mi abstinencia. He probado uno tras otro, sin sombra de duda, y he descubierto que cuando como dulces, mi obsesión por la comida y la compulsión vuelven a invadir mi vida. A pesar de que sé que puedo vivir libre de esta obsesión con sólo abstenerme, aún me descubro a veces racionalizando e intentando justificarme para comer solo este pastelito. ¿Por qué? Porque en lo que se refiere a la comida, no estoy cuerda.

El síntoma más característico de mi trastorno son episodios recurrentes de falta de cordura. Durante éstos ataques, olvido el dolor y la miseria de la comida compulsiva y olvido la razón de ser de la abstinencia. La abstinencia pasa rápidamente a parecerme tonta, o imposible, o una aberración. Pienso, A qué va eso de la abstinencia? Al final, por supuesto, después del atracón, mi cordura regresa y me doy cuenta del precio que he pagado por haber caído otra vez en mi trastorno.

Sabiendo que soy víctima de la falta de cordura en lo referente a la comida, estoy aprendiendo a decirme a mi misma en estas situaciones: ahora mismo la abstinencia no parece demasiado importante, pero es por mi falta de cordura. He olvidado temporalmente que soy una comedora compulsiva y he perdido el sentido de la realidad respecto a mi trastorno.

Pero algo dentro de mí, (la parte sana de mi mente), me recuerda que mantenerme abstinente es la cosa más importante que puedo hoy hacer. Puede que en ese momento no sienta que la abstinencia es lo más importante, pero es esencial que recuerde que no siempre puedo confiar en mi manera de sentir. Debo escuchar a la débil voz de mi cordura, por muy débil que sea. Debo confiar en que, al final la cordura regresará, y que recordaré de nuevo que la abstinencia es lo más importante.

Ahora que sé más de la naturaleza de mi trastorno, puede que sea capaz de reconocer los primeros síntomas y evitar todo esto. Puede que sea capaz de reconocer mejor los locos pensamientos que acompañan a estos ataques. Y puede que sea más fácil para mí escuchar esa débil voz en mi interior. Puede que esta vocecita se haga más y más fuerte cada vez que la escuche.

Este trastorno estará conmigo toda la vida, y sospecho que siempre seré victima de éstos ataques. El Libro Grande me dice que hay una solución. Hay un modo de vida que me permite obtener una recuperación diaria de mi enfermedad, mientras trabaje los pasos, y mientras esté dispuesta a hacer lo que sea necesario para recuperarme.

Sylacauda, Alabama

 

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